El tiempo pasa muy rápido, los días vuelan y las
experiencias se acumulan.
Se cumplen más de dos meses, diez semanas o 68 días desde
que aterricé en este inmenso país y abandoné la tierruca.
La
pelota sigue rodando, hace tres semanas jugamos la Copa Confederaciones,
espectacular el nivel de los peques, es increíble lo que disfrutas viéndoles
jugar, mucho talento en sus botas y en sus guantes. Todo victorias hasta la
final, aunque el desenlace del último partido nos impidió revalidar el título. Durante
el torneo tuvimos la oportunidad de ir al estadio del Guangzhou y ver como
ganaban por sexto año consecutivo el campeonato nacional chino. Fascinado por todo lo vivido.
Una
semana después, el gobierno de Qingyuan nos invitó todo el fin de semana a conocer
la zona norte de la región. Paisajes de ensueño, sitios que jamás imaginé
conocer. La cultura Yao, sus verdes montañas, cuevas de colores y ríos que
surcan grandes parques naturales.
Sin tiempo
para respirar, dos días después rumbo a Hong Kong, un día fue suficiente para subirnos
en un tranvía que llegaba al Peak, donde pudimos contemplar la maravillosa metrópoli,
la ciudad enamora, a finales de mes continuaremos conociéndola, el gran buda
nos espera.
El pasado
fin de semana, todos para Guangzhou para presenciar un nuevo hermanamiento de
la Escuela Evergrande. Recibimiento por todo lo alto, ceremonia, partido y gran cena.
Difícil
describir todas las emociones sufridas a
lo largo de estas semanas, pero consciente de mi propia suerte.