Después de la primera semana en China puedo empezar a sacar las primeras conclusiones. Los primeros días han sido muy buenos, aunque el jet lag apretaba y las horas de sueño se acumulaban, los compañeros españoles han facilitado mi adaptación a la Escuela de una manera rápida y sencilla.
Destaco por encima de todo la insufrible y constante humedad, las gafas son inútiles. Pese a todo, te acabas acostumbrando, no hay más remedio.
La primera mañana sirvió para visitar la inmensidad de estas instalaciones que apenas tardaron ocho meses en construirse, los campos de fútbol abundan, cincuenta he llegado a contar. La escuela en los momentos libres te permite hacer multitud de cosas, casi todas ellas relacionadas con el deporte, por opciones no será.
En cuanto al nivel del fútbol estoy muy sorprendido, el trabajo que se lleva realizando aquí los últimos años es muy bueno. En lo que me compete, el grupo de porteros de élite que me corresponde, generación 2005, tiene mucho potencial y estoy seguro que sacaremos cosas muy buenas de ellos pasado los meses. El idioma puede parecer un obstáculo, sin duda lo es, pero el intérprete o fangi pone todo de su parte para poder transmitir cada cosa a los niños. Aprendiendo chino poco a poco.
Este fin de semana estuve en Guangzhou, la tercera ciudad más grande de China con 19 millones de habitantes. Un caos de tráfico, las casas se agolpan y los rascacielos sobresalen entre la ciudad, me ha maravillado, queda mucho por descubrir.
Comienza una nueva semana y, Xian y sus guerreros, el próximo destino.